Hace tiempo que el verano se instaló en nuestras vidas y con él llegó el calor, el rompimiento de nuestras rutinas habituales, las vacaciones de los niños y todos los desafíos que conlleva tenerlos en casa -berrinches, peleas, etc. Según como los mires, puede ser el inicio de muchas aventuras o interminables tardes de aburrimiento.
Inspirada por mi nueva vida cerca del mar, se me ocurrió como metáfora que las olas son como nuestras dificultades del día a día y se presentan caprichosamente en nuestras vidas. Y tal como se hace con los problemas, las olas podemos afrontarlas, evitarlas, hundirnos en ellas o agarrar una tabla y aprender a surfearlas. Todo es cuestión de apreciación, podemos elegir ser felices surfeando la olas o verlas como una gran tragedia que nos arrastra hasta la orilla del mar.
Estar ahora de full time mom se hace agotador porque a veces le damos más importancia a lo que tenemos que hacer que a lo que disfrutamos. Así que al igual que una playa siempre tendrá olas, algunas pasivas, otras arrasadoras, la vida siempre tendrá problemas y no podremos cambiar su intensidad, pero sí nuestra actitud hacia ellas.
Así que aprendamos a divertirnos con los desafíos tal como un surfer disfruta saltando las olas. Hay que mojarse, sudar, caerse, levantarse, sufrir, pero también disfrutar, ser fuerte, valiente y paciente, porque la prisa es el principal enemigo del gozo. Y porque sólo así, cuando estemos en la cresta de la ola nos alegraremos de ese instante de satisfacción donde todos nuestros esfuerzos se ven recompensados. Además disfrutar mucho de las cosas breves, a veces las vuelve eternas.
Si vemos las adversidades como lecciones de las que siempre podemos aprender algo, vamos a crecer, entendernos a nosotros mismos y enseñarnos a cómo enfrentar el futuro. Así que si la vida conspira para hacerte crecer, creer y mejorar, no le preguntes por qué y sigue. Estamos rodeados de milagros y siempre cada desafío es la preparación de algo increíble por venir.
Así que ojalá que siempre tengas fe, paciencia, templanza, empuje, decisión y pasión en el alma para decirle a las adversidades que sí. Que hoy también. Que mañana vamos a seguir. Que nos tenemos fé. Que gracias. Porque a la vida hay que hablarle claro y porque una vida sin desafíos es igual de aburrida que una playa sin olas.