Estoy convencida de que los viajes, ya sean cortos o largos, proporcionan a los niños experiencias inolvidables, abren nuestra mente y nos vuelven tolerantes, crean vínculos muy especiales entre padres e hijos y ayudan a las familias a solucionar los pequeños imprevistos que se nos presentan día a día.
Durante las vacaciones muchos aprovechamos para viajar, ya sea para conocer nuevos lugares o bien para visitar a nuestros padres o abuelos. Unos viajamos lejos, otros más cerca, unos lo hacemos en avión, otros en tren o bien en coche, puede que incluso tengamos la oportunidad de hacer un crucero. ¡Qué emocionante! Sea como sea que viajemos y sea donde sea donde vayamos, estos viajes cortos o largos, aportan a nuestros hijos valiosas oportunidades de desarrollo y crecimiento personal.
Viajar, cambiar de aires, de rutinas y romper con la monotonía del día a día nos sienta bien a todos (o a casi todos), no cabe duda. Irnos unos días fuera nos permite desconectar, aliviar la tensión del trabajo y de la casa, ver las cosas con otros ojos y oxigenarnos. Y claro está, a los niños también les sienta bien, no son una excepción. Viajar con ellos es una experiencia muy positiva siempre que lo tengamos todo muy bien pensado y planificado.
Ahora, dejando de lado todos los temas organizativos y de logística (algo de lo que podríamos hablar en otra ocasión) hay que mencionar los múltiples beneficios que les puede aportar viajar si consideramos estos viajes como una oportunidad para reforzar nuestros vínculos familiares, para su formación y aprendizaje.
Entre los beneficios que puede aportar a nuestros hijos viajar cabe mencionar que viajar les permite desarrollarse social y emocionalmente por varias razones, generando nuevas actitudes hacia la vida y hacia los demás. Las razones a las que me refiero son:
- A) Nuevas vivencias:
Experiencias inolvidables.
Conocer nuevos lugares, personas y modos diferentes de hacer las cosas.
Reencontrarse con amigos y/o familiares.
- B) Nuevos panoramas:
Propicia el desarrollo de un pensamiento más racional, reflexivo y crítico.
Posibilita la adquisición de nuevos valores y habilidades emocionales y sociales.
Aumenta la capacidad de observación.
Fomenta su espíritu aventurero y explorador, aumentando su interés y curiosidad natural por conocer nuevas cosas, lugares, personas y las historias que les rodean.
- C) Aprendizajes personales:
Ser más pacientes, tolerantes y flexibles (aunque al principio les cueste un mundo).
Resolver problemas con sus hermanos o amigos.
Ser más abiertos al cambio.
Al entender los viajes de este modo, como una oportunidad para el desarrollo de nuestros hijos, quizás muchos padres que por temor a lo que pueda ocurrir no se han atrevido todavía a viajar con sus pequeños, vean ahora con otros ojos esta posibilidad.
Viajar con nuestros niños es, sin duda, una experiencia muy agradable y positiva que va mucho más allá de los días en los que viajamos. Perdurará para siempre al crear experiencias y memorias inolvidables. por lo que vale la pena intentarlo.
Dentro de las posibilidades de cada uno ¡viajen, conozcan sitios nuevos! Ya sea en coche, autobús, tren, bicicleta, andando o leyendo libros de viajes. Exploremos y aprendamos juntos. Es el mejor recuerdo que podemos dejar a nuestros hijos.
Ya me voy, me gritan desde la alberca y creo que inventaron un juego nuevo! Hasta la próxima…