Aunque no estaba todavía en mis planes, cuando supe que sería mamá sentí una fuerza y una emoción increíbles, que venían desde muy adentro de mí y me conectaban con algo superior. Me sentí invencible, segura, protegida y confiada. Recuerdo que estaba en mi coche, viendo el resultado de unos análisis de sangre que decían “positivo”, y sentí como si Dios me estuviera viendo, intrigado por saber cuál sería mi reacción. Volteé al cielo, sonreí y dije: “¡Gracias!”; y entonces inició la aventura.
Cuando eres mamá de tres niños y estás casada con un famoso, el principal desafío que enfrentas es el tiempo: poder cuadrar agendas, aprender a vivir con ausencias (físicas y emocionales), sobreponerme a que el papá no esté en fechas importantes para mí o para los niños. Lo que hago es administrar el tiempo lo mejor que puedo, hacerle ver a mi esposo las prioridades y agendar lo importante con la mayor anticipación posible.
También recurro a mis papás y amigos cercarnos cuando necesito quórum para alguna presentación de los niños. A ellos siempre les digo dónde está papá, cuándo va a regresar, y a él le recuerdo que les llame y les pregunte cómo les fue en la escuela; le pido que se haga presente aunque sea a distancia. Yo aprovecho para hacer cosas con ellos, los disfruto y les hago ver que la distancia puede ser física pero no emocional. Pero más allá de cualquier dificultad, me siento muy orgullosa de que ellos nos hayan elegido como papás, con todo lo que eso implicaba. Yo le huía a tener una vida rutinaria y entonces me llegó este proyecto, con sus salpicones de “fama”.
Creo que con el tiempo he logrado evolucionar, no solo como mamá, sino como ser humano. Antes pensaba demasiado en “el deber ser”, me exigía mucho como madre y constantemente me descalificaba. Poco a poco empecé a disfrutar el hecho de ser mamá, a enamorarme de jugar este rol, a relajarme y divertirme mientras tanto. Ahora disfruto más lo que hago, me quiero más, me cuido más, aprecio más, soy más fuerte y estoy más cerca de Dios. ¡Y tengo una pandilla! Creo que ser madre te convierte en un ser fértil que, aparte de criar hijos, puede desarrollar muchas otras cosas.
En algún lugar leí que el tiempo es una ilusión, y en mi caso así sucede: armo horarios para poder cumplir con las obligaciones de mamá, pero me doy cuenta de que va quedando espacio para hacer más cosas, así que busco cómo puedo aprovecharlo al máximo. Comparto con mis hijos lo que hago, me acompañan a la oficina y a hacer mis actividades como emprendedora social; se suman a mis proyectos y respetan mi trabajo, así como yo respeto y doy prioridad a mis actividades con ellos, a sus clases, a pasar tiempo con cada uno, a fortalecer vínculos con cada uno.
Sí tengo listas de pendientes interminables, y a veces me sorprendo armando la lista del super mientras corro en el gym o armado una fiesta de cumpleaños a las doce de la noche, pero amo lo que hago, lo elástico que puede ser el tiempo y ver la satisfacción que sienten mis hijos al verme en su clase de karate o echándoles porras en la competencia de natación, o el abrazo inesperado de la mayor cuando le digo que está creciendo y que todo está bien.
San Ignacio decía: “Comienza por hacer lo necesario, luego lo posible y pronto terminarás haciendo lo imposible”. Desde que leí esta frase la aplico, y me encanta lograr lo imposible, disfrutar lo posible y cumplir con todo lo necesario. Para mí, ser mamá es el mejor regalo que me ha dado Dios; una aventura interminable, una historia fascinante, una oportunidad de evolucionar constantemente, un compromiso permanente, una obra de arte.
Gracias por leer y acompañarme en esta aventura de la escritura,
Lucy Chaparro
Está casada con Omar Chaparro, con quien tiene tres hijos. Es administradora, logoterapeuta y tiene una maestría en Educación Familiar. Además es estudiante de kabbalah, escritora de clóset y emprendedora social. Está a cargo de Bros Producciones, colabora con la asociación Ponte en mi lugar y es miembro del patronato de Aldeas Infantiles SOS México. Desde hace más de 20 años, ha asumido como misión y vocación proteger la infancia, empoderar a la mujer y apoyar a grupos vulnerables. Amante de los libros, de viajar y de aprender, Lucy siente tener un hogar en cada lugar que visita y una oportunidad para ayudar y compartir.