Creo que a todos nos ha pasado que, cuando hacemos algo que nos cuesta trabajo pero nos apasiona, siempre corre alguien y nos dice «que feo cantas, que mal te salió, no me gusta, lo haces mal»… Y entonces se cae el ánimo y el autoestima flaquea… que cuándo lo volveremos a hacer? Probablemente pronto pero sin que nadie nos vea.
Eso pasa cuando nuestros hijos están creciendo: son momentos cruciales en donde las palabras cobran un sentido de fuerza o destrucción profunda. Sobra decir que si tienen ganas de hacer las cosas y nosotros los apoyamos aunque tengan dos pies izquierdos, probablemente y con mucha seguridad lo puedan hacer mejor hasta convertirse en la mejor versión de sus pasiones y si, por el contrario, no nos gusta lo que hacen y se los decimos, su seguridad se verá descontrolada y crecerán niños inseguros, tímidos y con pasiones reprimidas.
Así el poder de las palabras en nuestra vida diaria. Las emociones tienen que ver mucho (si no es que totalmente) en lo que decimos, la hora y la forma en que lo decimos. Sucede también en las relaciones de pareja: cuántas veces no estamos peleando y decimos cosas que nunca quisimos decir pero que en ese momento un sentimiento de rabia se apoderó de nuestra boca! Ese filtro mental antes de escupir palabras se apaga y comienzan los reproches, los reclamos, las malas palabras e incluso los insultos.
Probablemente después de pasado un tiempo esa persona nos perdone por las cosas sin sentido que dijimos pero es un hecho que lo que siempre se queda guardado en la mente son las palabras y qué pasa? Al momento de actuar, vamos a hacer un alto por miedos (bien o mal infundados) hasta que se vaya perdiendo la esencia.
Por ahí alguna vez ya les comenté algo muy cierto que voy a repetirles: nosotros somos responsables de nuestras palabras, nuestros actos y el impacto que causamos en los demás. Si bien es cierto que podemos hacer que una persona pierda su seguridad, también es cierto que cada quien decide como se siente y eso es una excusa increíble para motivarnos diariamente a ser mejores y demostrarnos a nosotros mismos que podemos hacer cosas increíbles. ¿o no?
Así que para la próxima, cuida lo que dices, tus palabras podrían matar talentosos!