Estudios nos dicen que uno de cada siete niños en edad escolar en México ha sido acosado o ha aplicado el bullying a alguien más. Hay muchos niños que no van a la escuela porque tienen miedo. Es una epidemia, pero no es un problema reciente: la guerra, que es una parte integral de la historia humana, es una forma de bullying; la Biblia está llena de historias de maltrato, incluyendo el ejemplo de bullying de Caín y Abel, que resultó muy mal.
Las soluciones para el bullying tampoco son nuevas. Las verdades y herramientas espirituales que nos ayudan a ser mejores –opuestamente a los impulsos más bajos como el bullying- son tan antiguas como la humanidad misma. Así que echemos un vistazo más cercano a los antídotos contra el bullying a los que podemos recurrir.
Todos tenemos dentro una chispa de Luz: eso es lo que nos conecta unos a otros. Cuando acoso a alguien, me estoy alejando de la Luz, lo que finalmente significa, que a la persona que realmente voy a lastimar es a mí. Si estoy siendo acosado, posiblemente he perdido de vista la Luz dentro de mí, y de mi valor propio. Como padre, ¿necesito recordar la chispa de Luz dentro de mi hijo y de mí?
La regla de oro: Da a cada quien el nivel de respeto que esperas para ti. ¿Trato a las demás personas, incluyendo a mis niños, con dignidad? Cada vez que reprimo a mi hijo, rechazo sus sentimientos o lo avergüenzo enfrente de otros, estoy siendo un bully.
Tolerancia: Aceptar las diferencias de otras personas. ¿Damos a nuestros hijos la libertad de ser quiénes son? ¿Alguna vez hemos señalado a las personas que son diferentes?
Todo tiene una razón: La Luz nunca nos pone por error en una situación. No hay errores. No me refiero a que nosotros o nuestros hijos merezcamos ser acosados. Nadie merece eso. Pero si está pasando, hay algo que necesitamos aprender de esa situación. Puede ser que como padres, necesitemos una lección al hablar con nuestros hijos, otros padres o maestros. O puede ser que nuestros niños necesitan esa lección.
Lo esencial es que el bullying es inadmisible. Ya sea que nuestros hijos sean los responsables o víctimas de ello, es porque no conocen -o en el camino han olvidado- las reglas espirituales. Se han olvidado de la causa y el efecto. Se han olvidado que dentro de cada uno de nosotros existe una chispa de Luz.
Una vez más la solución comienza con nosotros y cuando insistimos en vivir de acuerdo a las reglas espirituales, para nuestros hijos y para nosotros, podremos llevar esta epidemia a su fin.
Que sea un maravilloso año escolar! Que estemos presentes para nuestros hijos, y que podamos crear, vivir, ser y estar en Paz!!