Despiertas, te das cuenta que ya es tarde… Despertar a los niños, preparar lunch, desayunos, mochilas, estar cuando tu marido se va a trabajar, respiras, los niños a la escuela y entonces? Es cuando podemos o creemos tener tiempo para nosotras pero viene entonces hacer el súper, preparar las actividades extra escolares, contestar llamadas, vuelves a respirar y ya es tiempo de ir por los niños al colegio.
Entonces, no te has percatado que la rutina es parte de tu día y que no hay posibilidad alguna de salir de ella sin plena consciencia y con muchas ganas de lograr hacer algo diferente.
Viene entonces la depresión, la ira, la vergüenza, la tristeza, momentos de ansiedad, enojos, llantos y pleitos… Luchar contra la voluntad de los hijos, poner en orden los tiempos para estar con tu esposo y te das cuenta que en esta vida, tan cotidiana y ordinaria nos vemos asaltadas por pensamientos perturbadores, enojos, bajones anímicos, te enfermas, sientes culpa y baja autoestima.
El futuro, el mañana ya no lo ves con ánimo, empieza el pesimismo, las ganas de no levantar a los niños, de no hacer lunch, desayunos, comidas, cenas, preparar tareas, hacer trabajos escolares, ir a la papelería, llevar a tus hijos a las actividades de la tarde… y luego? Somos capaces de superar dificultades, algo ahí adentro nos hace levantarnos y volverlo a hacer.
Lo importante es planear todo lo rutinario y no planear esas actividades que te dejan viva. Necesitamos momentos para nosotras, o acaso, alguien no ha sentido la necesidad de ser comprendidas, de que nuestro estado de ánimo sea superado para conseguir una relación armoniosa con todos los que nos rodean… y nosotras? Ese estado de ánimo debe ser aceptado y querido por todas nosotras para permitirnos afrontar la vida con optimismo y felicidad….
Y es entonces cuando viene el dilema del bienestar… Tener una familia, un esposo, a nuestros padres, hermanos, amigos, todo eso claro que nos da felicidad pero cuándo llega ese punto en donde la felicidad es meramente superficial y tan ordinaria que ya ni siquiera nos percatamos de vivir la vida de manera plena! Sí, esa mezcla de felicidad y plenitud es lo que nos da bienestar; nos hacemos optimistas y armoniosos y siempre, siempre hay una manera de hacer que vuelvan a suceder cosas que ni siquiera creíamos posibles.
Por ejemplo: cuántas veces hemos creído o nos ha pasado sentir que nuestro matrimonio pende de un hilo, que ya eso que inició algún día con tanta plenitud no existe. Bueno, quizá sería un buen momento pensar en qué momento dejamos de tener esos detalles que nos vinculaban más a nuestras parejas.
Te has puesto a pensar que quizá la forma en la que tú le demuestras a tu pareja que la amas no es la misma manera en que él te demuestra que te ama? O que quizá tú esperas que te amen de la forma que tú amas pero no lo consigues? Y es entonces cuando vienen los problemas profundos de sentirnos incomprendidos y abandonados por la rutina de casa…
El punto es que debemos comprender que los hombres y las mujeres, somos diferentes, empezando por la fecha de nacimiento, el físico y la personalidad hasta lo que hemos vivido que afecta de cierta forma nuestro presente. No esperemos que la persona que tenemos a lado nos ame como nos gustaría, quizá dar todo de nuestra parte para que esa persona se sienta amada hará que se esfuerce por hacernos sentir igual.
Ánimo que ya viene el 14 de febrero… No esperes dulces, flores, chocolates, collares… No esperes en lo material, disfruta cada momento para que mañana recuerdes lo que verdaderamente te marca el corazón: acciones y palabras! #ActitudPositiva