Nuestra paz interior comienza en el mismo día en el que no permitimos que nos manejen. Es ahí cuando nuestras emociones no pueden ser manipuladas con base en creencias insanas y exigencias ajenas.
Esa sensación de paz es el fiel reflejo de que hemos tomado una decisión correcta. Ese es el signo más evidente, gracias al cual tendremos la garantía de mantener un equilibrio mental y físico.
Así, lo que debemos pretender es manejar las expectativas que tenemos sobre nosotros mismos. Evitar las reacciones ante las ofensas y las alabanzas, para no pecar de coléricos ni de vanidosos.
Cuando vivimos sometidos a lo que otros esperan o buscan en nosotros, estamos priorizando las opciones de los demás y no escuchando lo que verdaderamente nosotros necesitamos.
- No es fácil lidiar con la incertidumbre.
- Cada proceso de cambio lleva consigo cierto grado de malestar que tenemos que tolerar.
- Es preciso que cada decisión vaya de la mano de la integridad.
- Es necesario saber que al abrir una puerta pueden mostrarse diferentes caminos que manifiesten la necesidad de caminar por más y más senderos en la búsqueda de nuestra paz interior.
- Dejar atrás a las personas que nos hacen mal siempre resultará positivo. Sin embargo, se plantea ante nosotros otra cuestión: tomar distancia física y emocional. A veces solo la primera, que a priori podría parecer suficiente, no es posible. Por ello debemos realizar un gran trabajo interior.
Todos te dicen que hacer y que es lo que te conviene. Nadie quiere que encuentres tus propias respuestas. Quieren que creas las de ellos. Déjame adivinar, usted quiere que crea las suyas. No, quiero que dejes de recibir información desde afuera de ti mismo… y empieces a recibirla desde adentro.
La gente le tiene miedo a lo que tiene adentro, y en realidad es el único lugar en el que hallarán lo que necesitan.