¿Alguna vez has tenido un debate interno contigo mismo? Pasa todo el tiempo. Es como si hubiera dos voces dentro de ti, cada una haciendo lo suyo. Digamos que solamente rozaste un carro estacionado en una calle tranquila sin nadie alrededor. Una voz probablemente dirá, “Debes detenerte y dejar en el parabrisas una nota con los datos de tu seguro”. La otra voz tal vez dirá, “No, no, solamente continúa. Sólo es un rayón. Además, la tarifa de tu seguro aumentará.” ¿Cómo decidir qué hacer?
Hablar con tus hijos acerca de estas voces internas que todos tenemos es de mucha ayuda como padres. Una de ellas es nuestra «Voz Verdadera» –la voz de nuestra alma- que nos dice que pensemos en nosotros y en los demás y que hagamos un esfuerzo. La otra, la que nos dice que pensemos en nosotros solos y que tomemos el camino fácil, es conocida como la «Voz del Oponente». Cada situación es una batalla entre estas dos voces. No siempre es fácil decirles que se aparten. No se trata de ser bueno o malo. Es acerca de elegir lo que alimenta el alma. El oponente está ahí para darnos la oportunidad de elegir el camino que conduce a un crecimiento verdadero (ejercer el libre albedrío).
La buena noticia es que siempre tenemos opción, la mala noticia es que la elección correcta no es tan obvia. Es parte de la vida, parte del reto que tomamos al llegar a esta vida.
El principio espiritual para trabajar aquí es: Tú y yo no somos el oponente. Nuestros niños no son el oponente. Tú no eres malo, tampoco tu hijo. A veces, todos tomamos elecciones que no funcionan bien, cuando sucede podemos intentar hacer una mejor elección la próxima vez.
Una herramienta para ser exitoso es estar consciente del conflicto y aprender a distinguir entre las dos voces. Una de las primeras cosas que podemos practicar con nuestros hijos es no intervenir y darles una respuesta cuando no saben qué hacer. Intenta regresarles la pregunta con un “¿Tú qué piensas? ¿Cómo te hace sentir?” Si queremos empezar a despertar en nuestros niños la habilidad de reconocer la diferencia entre las dos voces y confiar en su Voz Verdadera, necesitamos estar con ellos durante el proceso de decisión; tomando sus manos pero no dándoles la respuesta.
Esto puede empezar cuando los niños son pequeños. Tu hija tal vez te ha dicho que no ha sido invitada a la fiesta de un amigo y que se siente lastimada y quiere hacer algo para regresar ese dolor. No desestimes sus sentimientos diciendo que no es gran cosa o que no es correcto que quiera vengarse. Necesitas contestarle diciendo, “¿Qué es lo que te gustaría hacer? ¿Y cómo te haría sentir eso?” Aplicarlo en cualquier situación. Decirles qué hacer no es la solución. Dejémoslos empezar a conectarse con esa voz, porque la tienen dentro. Todos y cada uno de nosotros la tenemos. Solamente elegimos escucharla o no, incluso elegimos ignorar que existe. Es una herramienta valiosa que podemos darle a nuestros hijos.
Hace poco mi hija me contó, como una amiga del grupo habla mal de las demás, crea conflictos y eso la hace sentir incomoda.. Me pregunto qué debía de hacer:
«Tú sabes la respuesta correcta; tú sabes que es lo correcto para ti y quiero que pienses en eso.”
Me sorprendió su respuesta, no sólo no hablaría mal de los demás, sino platicaría con su amiga sobre la importancia de lo que decimos…
La cualidad que identifica el alma es la bondad. La esencia de cada ser humano es el deseo de hacer lo correcto, compartir, pensar en los demás. Solamente necesitamos conectar con ello.
Es importante que al hablar con tus hijos sobre esto les hagas saber que tú también tienes que elegir –y no siempre haces lo correcto. “Recuerdas que ayer te grité cuando lanzaste la pelota dentro de la casa? Estaba escuchando a mi oponente y seguramente había una mejor manera de manejar la situación, pero elegí gritar porque en ese momento fue lo más fácil para mí y no estaba pensando en tus sentimientos.”
Cuando hablamos con nuestros hijos siempre es positivo darles ejemplos y es buena idea que sean de nosotros mismos.
Y recuerda, es importante saber que todas las veces que escuches a tu oponente siempre puedes regresar y cambiar, porque yo no soy el oponente. Es un aspecto de mí, Pero no soy yo. Yo soy una obra maestra!!